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Gral. Bernardino Caballero, fundador de la Asociación Nacional Republicana |
La gloriosa Asociación Nacional Republicana, Partido
Colorado, que el 11 de setiembre pasado cumplió 125 años de fundación, es indudablemente
la cifra política y popular más importante de la república del Paraguay; y nada
mejor que hacer un poco de historia para extraer del pasado experiencias y
verdades que nos han de unir, para mantener firmes nuestros afanes cívicos para
hoy y siempre.
La Asociación Nacional Republicana, nació mucho antes del 11
de setiembre de 1887. El Partido Colorado fue producto de una imperiosa
necesidad colectiva, desde este punto de vista, era natural, que el partido no
pudiese surgir airoso de un solo golpe. Tuvo sus glorias y sus vicisitudes, el
numen inspirador de la fundación de un partido auténticamente nacionalista fue
el Gral. Bernardino Caballero, porque él, asociado con otros ilustres
paraguayos, concibieron la idea de fundar un partido nacional desde el año
1873, para salvar a la nación de su abatida situación política, económica y
social.
“No nace nuestro partido obedeciendo a afección pasajera y
personal ni data su existencia de ayer”, he ahí la clave para entender lo que
es el coloradismo paraguayo, lo que extrae, lo saca del tiempo para ponerlo en
la eternidad anticipada, porque el coloradismo representa el alma de una patria
justa, laboriosa, injustamente destruida y torturada como fue el Paraguay de la
guerra del 70. De ahí emerge el pensamiento portado por Bernardino Caballero.
Ha transcurrido mucho más de un siglo de las luchas y de las
obras del fundador del Partido, y sin embargo, aquellos principios
fundacionales que inspiraron el nacimiento de nuestro Partido Nacional
Republicano siguen tan vigentes hoy, y han sostenido las innegables
realizaciones del Coloradismo al servicio de la nación, así como en la llanura
han fortalecido el espíritu en las grandes batallas por la libertad en más de
cuatro décadas de cruel e injusta persecución, cuando la República se debatía en
el atraso, la dependencia y la falta de oportunidades, que por tantos años
estériles postergaron el desarrollo del Paraguay.
El proceso de reconstrucción de nuestra nación, bajo la
Presidencia de Bernardino Caballero fue extraordinario, la patria renació
fulgurante, la vida institucional volvía a la normalidad, el pueblo veía
asombrado y feliz como la patria retornaba a su etapa de grandeza, la
agricultura se convirtió en la base del sustento del pueblo, la juventud
observaba con alegría la creación de universidades, la oportunidad de ser
becados a los mejores centros de estudios de Europa, para prepararse cultural y
profesionalmente y luego regresar al país para colaborar en su constante
desarrollo.
En una sola expresión, Bernardino Caballero y el Partido
creado y fundado por él, estaba demostrando a propios y extraños, que cuando se
siente un auténtico amor por la patria, el incentivo es tan poderoso que nadie
puede parar su titánico esfuerzo, para hacer renacer al Paraguay de sus
cenizas, y mostrar al mundo que este pueblo de valientes es capaz de la gran
hazaña de reconstruir una nación desbastada por una cruenta guerra, que fue
todo un genocidio.
Un párrafo del célebre manifiesto de 1887 dirigido al pueblo
por el Gral. Bernardino Caballero reza así: “Nuestro programa se resume en dos
palabras: paz y respeto a nuestras instituciones” en este manifiesto se
inscribe la doctrina del Partido Colorado: libertad, democracia y progreso
social.
En América del Sur, mensaje político de esta envergadura no
se había lanzado aún a las multitudes y para bien de nuestra historia, ese
manifiesto sólo pudo ser redactado por hombres libres, de pasiones subalternas,
decididos a educar y ennoblecer a su pueblo. Los políticos indiferentes a la
desgracia colectiva no pueden ni podrán penetrar el alma nacional. El gobierno
colorado desde 1882 a 1904 (22 años) fue un periodo de reconstrucción material
y espiritual. El Gral. Caballero, desde el gobierno nunca puso la fuerza para
enmudecer las ideas, la prensa fue libre, los liberales y alonianos de la
oposición publicaban sus diarios sin censura, sintetizando así los principios
del nacionalismo realista en las horas difíciles de nuestra historia.
Es oportuno, en esta fecha histórica para el partido político
más poderoso del Paraguay, reconocer que con su acendrado nacionalismo, fue el
verdadero y único reconstructor de este Paraguay moderno en el cual vivimos
hoy.
Las pruebas de esta afirmación están a la vista. Hemos dotado
al país de agua corriente, rutas asfaltadas, universidades, hospitales,
modernización de las grandes ciudades del interior de la república, la unión a
través de monumentales puentes del Paraguay con el Brasil, con la Argentina, y
unimos la región oriental con el Chaco paraguayo a través del puente remanso.
Las grandes represas de Itaipu, Yacyreta, Acaray que producen inmensas
cantidades de energía eléctrica, y podemos decir con modestia que sólo con la
electrificación rural, el Partido Colorado se justifica ante la historia.
Y también es digno rememorar que al Partido Colorado cabe la
gloria de haber luchado y obtenido para la mujer paraguaya la ley que le
concede sus derechos civiles y políticos, con lo que le rehabilitó para no ser
inferior al hombre y que en la sociedad sea su brazo derecho en todas las
vicisitudes de la vida. La mujer fue dignificada con esta ley inspirada en el
pensamiento colorado, con la igualdad del derecho que le concede elegir y ser
elegida.
Creemos
y apostamos por una sociedad fundada en la solidaridad social, con igual
oportunidad para progresar y vivir mejor para todos, sean obreros, agricultores,
empleados, comerciantes, industriales, o ganaderos, estudiantes, profesionales
o artistas.
En esta patria, tenemos una profunda fe
en el hombre paraguayo, tan bueno para la guerra, como para la paz. Capaz de
escribir las más brillantes páginas del heroísmo universal, como protagonista
de las más grandes empresas colectivas que ubiquen a su patria entre las más
industriosas y desarrolladas del continente. Creemos, creamos y crecemos con el
hombre paraguayo.
Hoy más que nunca la ciudadanía
colorada conoce que el único grupo político que puede restaurar el rumbo que
hemos perdido, es el Partido Colorado, y la gran mayoría del pueblo espera
ansioso el renacer de la Asociación Nacional Republicana.
Como
colorados nuestro constante pregón a todos los correligionarios de la república
ha sido insistir en que la unidad partidaria no debe destruirse en ningún
momento. Y esto precisamente, no lo decimos nosotros, sino es la expresión del
fundador Bernardino Caballero que en un párrafo del manifiesto fundacional dijo
cuanto sigue: “Levantamos
la enseña sagrada de la unión, bajo cuyos amplios pliegues pueden cobijarse
todos los hombres que participen de nuestras sinceras intenciones. Yo aborrezco
las divisiones que puedan separarnos en bandos opuestos y desearía que esta
gran asociación política- la ASOCIACIÓN NACIONAL REPUBLICANA- fuese el vínculo
de concordia y fraternidad entre todos los hermanos de la patria paraguaya”.
Para fortificar nuestra unidad
partidaria es indispensable mantener la fraternidad con los hermanos de causa.
Que las próximas elecciones internas se realicen dentro de un marco de respeto
entre colorados, y que el candidato vencedor al término de la contienda
electoral se dé un fraternal abrazo con aquel que fue derrotado, así será la
única manera en que volveremos al poder en el 2013.
Para mantener la unidad partidaria
debemos ser leales a nuestros principios, respetar a los organismos
partidarios, no invocar intereses pasajeros, ni invocar influencias personales.
Habrá unidad partidaria y así lo deseamos, cuando hagamos renunciamientos de
intereses individuales, con estas armas virtuosas, guiaremos al poderoso
Partido Colorado para conducir a la Nación por el camino de la paz, de la
seguridad, y del progreso moral y material.
Queremos insistir ante todos los
correligionarios de la República, que debemos dejar de lado el agravio entre
colorados, los rencores que a nada bueno conducen, y que en el disenso
busquemos a través del diálogo el punto de encuentro, para que a través de un
gran abrazo republicano sellemos la gran unidad que fortalecerá al glorioso
Partido Colorado.
En éste nuevo aniversario de la fundación de la Asociación Nacional Republicana, sirvan éstas reflexiones para honrar su memoria y para
renovar nuestro compromiso de profundizar el verdadero proceso de
transformación que necesita el Paraguay, recuperando la confianza de la
sociedad en el coloradismo como la herramienta más idónea para hacer realidad
la paz social y el desarrollo económico. Y ello será posible con un Partido
Colorado sustentado en sus raíces doctrinarias, en su historia de luchas por la
libertad y por la democracia, fortalecido y moderno para aspirar, como reza
nuestro manifiesto fundacional “al aprecio y simpatía del noble y heroico
pueblo paraguayo”.
¡VIVA EL PARTIDO
COLORADO!
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