lunes, 13 de mayo de 2013

Reconocimiento a la mujer paraguaya y colorada


Hoy queremos hacer un análisis de la loable labor de la mujer paraguaya y colorada dentro del Partido Colorado, para ello es necesario hacer un análisis retrospectivo de que nuestra gloriosa nucleación política en la primera década del siglo pasado, a través de dos grandes representantes de la intelectualidad de entonces y que hasta hoy siguen siendo un digno espejo donde deberíamos mirarnos todos para seguir su ejemplo, me refiero a Ignacio A. Pane, férreo defensor de los intereses de los obreros y de la mujer paraguaya y quien conjuntamente con otro gran paladín de la cultura Virgilio Silveira, presentaron en el Congreso de la Nación el primer proyecto de ley que concedía a la mujer plenamente todos sus derechos cívicos y de igualdad con la de los hombres.

El partido colorado inició la reivindicación del derecho civil de la mujer, allá por 1911, con un proyecto de ley presentado al Congreso de la Nación por el diputado Ignacio A. Pane, luego con el del doctor Telémaco Silvera y posteriormente con el senador Antonio Sosa, que lo ubica en la posición de avanzada de la sociedad paraguaya y su colega Telémaco Silvera y que en aquel entonces no era del agrado de los políticos de la época. 

Lamentablemente los legisladores liberales se opusieron tenazmente a concederle a la mujer el lugar que le correspondía en la vida política nacional. Ese rechazo de la legislación republicana por parte de los legisladores liberales pone en evidencia por un lado un reiterado conservadurismo y además significó la ausencia de la participación de un alto porcentaje de la inteligencia paraguaya, que pudo incorporarse en el siglo XX al servicio de la comunidad, de las instituciones civiles y públicas, de la ciencia, del comercio. 
Pero como colorados otros correligionarios expectables de la época siguieron reclamando la habilitación de esa ley que era justa y necesaria para reivindicar y hacer justicia a la mujer paraguaya.

Muchos años pasaron, y en la década de los 60 se volvió a insistir sobre este tema en el Parlamento siempre llevado de la mano de los representantes del republicanismo, hasta que por fin, se hizo justicia y la mujer fue dignificada al concedérsele sus derechos civiles y políticos, logrando ponerse a la altura de los hombres en política, con los derechos cívicos que había adquirido con esa anhelada ley, fruto de la perseverancia y del socialismo colorado, que deja en claro que todos somos iguales e idóneos para levantar a nuestra querida patria al tope del principio del respeto hacia el ser humano.

La consagración de la mujer en la política es un signo de modernidad, porque se trata de poner distancia a un pasado obsoleto, con un mito y una cultura machista y esto fue un logro del partido Colorado.

Durante la transición, el partido Colorado designó a la primera Ministra de salud en el año 1989, alentó su ingreso y hoy la mujer forma parte de la Corte Suprema de Justicia y otras conquistas, que demuestran una tradición republicana colorada permanente.

La aparición de la alternativa femenina para la presidencia de la República en el 2008, implicó la desaparición de una última tiranía, la tiranía del género que en la historia ha sido predominante y excluyente.

Queremos recordar a nuestros correligionarios la gran desazón producida por la caída del Partido Colorado del poder en el 2008, la ANR quedó desorientada, totalmente desubicada en el ambiente político y los correligionarios no encontraron respuesta al futuro del coloradismo.

Tras la renuncia de José Alberto Alderete a la presidencia del Partido, motivado por la caída del coloradismo del poder, las cosas empeoraron, nadie tuvo el coraje de hacerse cargo de la difícil situación por la que pasaba la ANR, y aquí viene la pregunta ¿quién puede salvar al partido de este colapso político? Silencio total a este cuestionamiento. La situación se agravó aún más, la casa de los colorados vacía, con empleados desmoralizados y que pasaron tres meses sin cobrar su sueldo hasta el punto de llamar a una huelga. Situación que ahondó más el temor de quienes deberían remangarse y buscar una solución al grave problema. 

La nave partidaria estaba a la deriva, sin embargo, una mujer, valiente, y de profundas raíces coloradas, tuvo el coraje de aceptar este tremendo desafío de sacar a flote a una nave que se estaba hundiendo rápidamente. La senadora Lilian Samaniego dijo “yo acepto el desafío” y puso manos a la obra dejando de lado rencores, disgustos que es lo que primaba en aquel momento e impuso una política de conciliación, de llamado a la unidad, y a pesar de la incredulidad y de la falta de fe al tratarse de una mujer por parte de los correligionarios, muy pronto empezaron a ver con sorpresa que el Glorioso Partido Colorado volvía a ponerse de pie de la digna mano de una gran mujer, se volvió a institucionalizar la ANR, administrativamente resurgió y hoy el resultado está a la vista. 

Y es bueno recordar que la gestora de esa unión fue una mujer, que tuvo el coraje, la valentía y la capacidad de levantar a este gigante caído, poniéndolo de pie y llevándole a la más grande victoria jamás obtenida en la historia política de nuestro país, ella es, Lilian Samaniego, la verdadera heroína del retorno al poder del glorioso partido colorado, y por ende, la puerta grande de la historia de nuestro partido se ha abierto de par en par, para que ella atraviese y quede en la historia al lado de las grandes figuras republicanas y seguro estamos, que el Gral. Bernardino Caballero estará aplaudiendo su gestión, y convencido de que el Partido con ella, todavía conseguirá muchos más logros, que hasta los que hoy hizo.

Entonces, es hora de reconocer que la mujer colorada es uno de los más apreciados valores con que cuenta la ANR, hoy día la mujer a la par del hombre se desempeña en altos cargos, ministras, senadoras, diputadas, embajadoras, lo que refleja fielmente que se le ha reconocido su gran capacidad tanto profesional como política.

Por tanto, el pueblo republicano, las autoridades políticas del Partido deben reconocer estos méritos y concederle el lugar que le corresponde dentro del manejo partidario a la mujer colorada. El estatuto partidario dice claramente que un 33% del poder político debe ser compartido con ellas y así se hará justicia y engrandeceremos aún más y potenciaremos al máximo al grande y glorioso Partido Colorado!

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